Un payaso es un malabarista de emociones: David Larible
El italiano es el Clown que ha hecho llorar de risa a Woddy Allen, Coppola, Spielberg, Tom Cruise, Leonardo di Caprio y Sandra Bullock. Estará por primera vez en Colombia. Semana.com habló con él.
David Larible estaba con sus compañeros tomando un refrigerio en la cafetería de una escuela en Busolengo, Italia. Uno de sus amigos peleaba con la novia. Ella estaba tan enojada que derramó una taza de café en la cabeza de su pareja. Todos miraban desconcertados. El muchacho estaba paralizado. Entonces, David tomó un trozo de pan y empezó a mojarlo con el café que escurría por la cabeza de su amigo. Luego se comió el pedazo de pan haciendo gestos de que su bocado estaba delicioso. Todos rieron como locos.
En ese entonces David tenía 13 años. Era famoso en su escuela porque los profesores lo sacaban del salón por todas las bromas que hacía. “Al final el director de la escuela ya no se enojaba. Me preguntaba ‘Larible, ¿por qué te sacaron esta vez?’ y cuando le contestaba, él se iba riendo para su oficina”, recordó. “Es que siempre sentí mucho placer en hacer reír a los demás. Y sentí que me gané el cariño de la gente porque mis bromas nunca eran pesadas, nunca busqué lastimar a nadie”, explica en un español perfecto con acento mexicano.
Por aquellos días a David ni se le pasaba la idea de que llegaría a ser uno de los payasos más importantes del mundo. Mientras hacía sus escenarios con cartones y preparaba números para presentarles a sus familiares, no podría pensar que en 1988 el príncipe Raniero de Mónaco lo invitaría al Festival de Montecarlo, para entregarle el Clown de Plata; que 10 años después sería Clown de Oro (Solo tres personas en el mundo tienen ese galardón); que además obtendría el Pierrot de Oro por su carrera artística, en el Festival Internacional de Circo de Budapest; y el León de Oro en el Festival Wu Quiao de China.
“Me da gusto cuando recibo un premio pero luego recuerdo que conozco artistas increíbles que nunca han tenido un premio y que conozco artistas que tienen muchos premios y que para mí no son lo máximo. El premio no es el que hace al artista, sino la trayectoria”, comentó.
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David es la séptima generación de una familia de tradición artística. Su abuelo, Pierre Larible, fue un acróbata de circo, bailarín y payaso. Su padre, Eugenio Larible, es un gran maestro para trapecistas y malabaristas en la Academia de Circo de Verona, Italia.
Este payaso de ojos azules y la sonrisa más dulce creció viendo a sus padres en cientos de escenarios. Pudo aprender de primera mano de los trucos, técnicas, y todo lo que sucedía detrás del telón de espectáculos protagonizados por artistas como los Hermanos Tonetti. Supo que pertenecer a un circo no se trataba solo de un show, sino de una forma de vida.
“Cuando le dije a mi papá que quería ser payaso se rio y me dijo ‘ser payaso es lo más difícil. Es el final de un proceso. Quiere decir que debes aprender casi todas las disciplinas circenses o teatrales: danza, canto, música, mímica, acrobacia, malabarismo, y después juntar todo eso para que salga un collage que sea agradable al público’”, recordó David.
Don Eugenio lo hizo ir al Conservatorio de Música de Verona y también tuvo que tomar clases de danza clásica. David no entendía por qué tenía que pasar por ese proceso, pero después se dio cuenta de que la danza le permitiría tener mayor control sobre su cuerpo y que la música lo haría más sensible. “Todo lo que aprendí en mi vida lo usé para ser payaso, excepto el álgebra. Eso sí que nunca me sirvió”, dijo entre risas.
De su época de estudios recuerda a su profesor de danza Philippe: “Era muy duro, pero te decía por qué tenías que hacer cada cosa. Nunca dijo ‘porque sí’. Siempre hubo un motivo. Y por supuesto mi papá y mi abuelo fueron muy buenos maestros, siempre sabías por qué era importante hacer, leer o aprender algo”.
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Sus primeras apariciones fueron en la apertura de los números principales de espectáculos circenses de sus padres. “Después, ascendí a tapahuecos; era el que remplazaba a todos los que se enfermaban”, explicó.
Más tarde empezó un viaje que hasta el día de hoy no ha terminado. Pasó por varios circos del mundo; por el Circo de Nock de Boloña, por el Circus Krone de Alemania. También estuvo en circos de España, Francia y participó en programas de televisión.
Llegó a Estados Unidos Ringling Bros. and Barnum & Bailey Circus y su número se convirtió en el más importante. Enneth Feld, presidente del grupo de producción de espectáculos en vivo más reconocido de Norteamérica, lo contrató para encabezar el show circense más grande del siglo pasado: The greatest show on earth. Su presentación marcó un hito; fue la primera vez en la historia que un payaso aparece como estrella central.
Entre sus admiradores más conocidos están los directores de cine Francis F. Coppola y Steven Spielberg, los actores Danny de Vito, Richard Gere, Tom Cruise, Leonardo di Caprio y la actriz Sandra Bullock. Woody Allen incluso exigió que actuara en una de sus galas.
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“Si te dicen que eres buenísimo disfrútalo por un momento y luego déjalo ir. Debe ser un placer que dure poco porque el día que te creas bastante bueno, entonces no mejoras, no progresas — afirmó David, quien a sus casi 60 años todavía se sonroja cuando alguien lo espera al final de sus espectáculos para agradecerle— Claro que me pone feliz que venga Woddy Allen o Sandra Bullock a decirme que les gustó la obra, porque ellos también son mis ídolos. Pero no me da más gusto que cuando me espera una familia al final o cuando veo que a alguien se le sale una lágrima en un espectáculo”.
“Sé que cuando alguien está sentado al frente del escenario para verme yo le debo todo —dijo el clown— Esa persona se ha tomado la gentileza de pagar un boleto y de asistir. Por eso llego al escenario para poner todo lo que tengo en el bolsillo, y cuando logro conectar con ellos y sentir su cariño es algo que no puedo describir”.
David piensa que ha logrado llegar a tantas personas de diferentes culturas y ser un éxito en Rusia o Alemania, en china o en Estados Unidos por el amor: “Trabajo con amor. El amor no tiene fronteras. Es el mismo en cualquier país. El amor es el amor. Cuando haces las cosas con amor la gente se da cuenta y lo percibe”. Pero además piensa que ha tenido suerte de que le gustara hacer aquello para lo que es bueno: “cuando el talento y el amor por lo que haces coincide puedes hacer cosas grandes”.
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Los espectáculos de David, quien habla nueve idiomas, tienen muy pocas palabras. Solo las usa cuando canta. “Las palabras son maravillosas, pero abusamos de ellas. Por eso quiero probar que se puede comunicar sin ellas. Con una mirada, con una sonrisa, con un gesto, con una situación, se puede lograr emocionar al público, que es la razón de ser de un payaso. Para mí un payaso es un malabarista de emociones”, dijo el artista que tiene un estilo personal inconfundible, en el que la tradición circense se ve influenciada por la estética de la Commedia dell‘Arte y el legado de Charles Chaplin.
El Clown de Oro reconoció que él también es resultado de lo que le pasó en la vida y que su familia ha sido importante en su carrera. Se casó con la trapecista mexicana Olivera Jiménez. Cuando la conoció ella era la estrella del show y él era el payaso que empezaba. Tuvieron dos hijos, Shirley, gran acróbata que se está presentando en Las Vegas, y David Pierre, considerado una de las promesas del malabarismo mundial.
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Por el momento estará descansando en Las Vegas, Estados unidos, donde reside, para tener energía y empezar su primera gira por América Latina: “Estoy nervioso pero estoy muy contento. Siempre tuve curiosidad de conocer Colombia porque uno de mis autores favoritos es Gabriel García Márquez, tengo todos sus libros: El amor en los tiempos del cólera, 100 años de soledad… Soy un gran fan y me hace mucha ilusión poder ir a un lugar donde escribió cosas que me han llenado tanto”.
David Larible traerá El Clown de Clown, un espectáculo sobre un mozo del teatro que por circunstancias de la vida se convierte en el protagonista. Es un show gracioso y tierno. Se pasa de las carcajadas a las lágrimas. Y como es una obra sobre el amor está dirigida a cualquier persona.
Después de esta gira, su gran sueño es llegar a los 80 años con el vigor suficiente para mostrar su espectáculo. “Pero para eso tengo que aprender y mejorar cada día porque no hay otra forma de ser un buen payaso”.
**Clown on Clow se podrá ver en Medellín el próximo 18 de Mayo y estará en Bogotá en el Teatro Colsubsidio los días 26 y 27 de Mayo. Más información en este enlace.
Articolo originale a firma di Paula Doria pubblicato su semana.com